15 de julio de 2010

Una llamada por teléfono y la naranja

Hay segundos en los que uno está tan seguro de lo que siente que ya no sabe como contenerlo.
Hay segundos que uno se siente desilusionado, exhausto. Segundos en los que las lágrimas caen sin razón alguna, dolorosas. Sin embargo, esto no significa tristezas, sino que duele la alegría.
Hay segundos que suelen ser eternos. Eternidades llenas de miedo, de felicidad, de gratitud, de cansancio, de esperanza y, por supuesto, de ilusión. Momentos acompañados de grandes sueños y gritos del corazón.
Hay segundos cuando estas convencido de que tus sentimientos, que aparecen en los más profundos rincones de tu interior, son reales. Y todos esos sentimientos empiezan a subir a la superficie, tan inmediatamente que no estamos preparados para soltarlos y ya no tenemos la misma seguridad de antes, para nada.
Hay segundos eternos que pasan volando, y otros segundos veloces que no avanzan más. Hay segundos en los que vemos detalles discretos, tan discretos que nos hacen temer a todo lo que pueda tocar esos sentimientos... tememos a que cambien. Hay un segundo que uno se siente bien, y al otro segundo puede estar tapado de lágrimas. Perdiendo el tiempo en pensar, pensar, y pensar. Tanto tiempo pensando, años tal vez, hasta que llegamos a darnos cuenta que es en el pensar donde sólo esos detalles discretos y desapercibidos tienen otras intenciones. Y así es.
Hay segundos en los que entendemos, hay otros en los que no sabemos nada. Hay segundos que admiramos, otros que ignoramos. Segundos en el recuerdo, segundos en el olvido. Segundos de inspiración. Segundos de fracaso. Segundos que dejamos atrás, segundos que esperamos. Miles de segundos en la vida.
Y cuando dejamos de pensar, y prestamos atención simplemente contemplando el alrededor, escuchamos otras voces lejos de ahí. Y todos aquellos segundos vividos y los que faltan por conocer, dejan de correr y empiezan a moverse de otra forma. El tiempo continua su curso a su manera, y contemplamos distinto de que modo viaja junto a nosotros mirando desde otro lado. Entendemos sueños, entendemos los detalles. Sabemos respirar y ver. Sabemos meditar. Aunque, debo admitir, que nunca terminamos de entender cómo expresar todos esos sentimientos y corazonadas que enloquesen y que todavía están.
Hay segundos, como éste, que sólo son únicos. Que parece que todo el universo programó que suceda. Que no lo esperaba, por mas deseos que tenia de encontrarlo. Que logré, todavía no entiendo cómo, saber explicar literalemente de otra forma como me sentí en un segundo. Las lágrimas y las risas que existieron en él, lo que sentí, y lo que pensé. Últimanete, estoy más sensible de lo común y mucho más razonable,
estoy dudando si no son las pastillas.

1 comentario:

Leo Armatti dijo...

me digne a leer :P
muy bueno ruthi, me encanto genia
te apocholo :)